Lima cumple 478 años hoy y no da para celebrar. Estamos en medio de una guerra de insultos, mentiras, artimañas, oscuros personajes y dudosas juntas. La plata y los patas ¿llegan solos? Marco Tulio con el intrigante apoyo del Apra –nadie entiende aún muy bien por qué o para qué se mete Alan García y sus cuarenta discípulos en este pleito por la alcaldía como botín político, o quién sabe, económico–.
Algo más comprensible es la no tan solapa manito que le está prestando el fujimorismo. Ellos son especialistas en torcer la democracia y convertir lo ilegal o inmoral en “aparentemente” legal (firmas falsas, “interpretación auténtica”, linchamiento mediático del enemigo político, etc.).
Es lo que ha sucedido con esta institución de la revocatoria, que es legal pero que se está utilizando con fines ilegales y distintos a los que son su espíritu. No solo sus objetivos son lo que menos le conviene a la ciudad, sino que cada paso del proceso está lleno de irregularidades:
Comprobadas firmas falsas en los planillones, parcialización evidente del JNE (con estrellita aprista en la frente) que apuró la fecha de revocatoria y aceptó a trámite las nuevas firmas de forma extemporánea; huellas dactilares inventadas de una mujer sin brazos, Mariza Fernández, que asegura nunca firmó; firmas de menores de edad, financistas que están muertos o fujimontesinistas involucrados en el sabotaje a la Marcha de los 4 Suyos y la muerte de los 6 vigilantes del Banco de la Nación que los fujimontesinistas incendiaron.
Hay para quienes el fin justifica los medios. No les importa si cometes ilegalidades o atropellos si con ello cumples tu objetivo. Así es la entraña fujimorista y así es la que está demostrando la castañedista y, por asociación, la aprista. Algunos lo llaman pragmatismo, como si fuera algo bueno. Yo lo llamo política sucia, abuso de la democracia y sus instituciones. Violar los procedimientos es violar la institucionalidad de la democracia y torcerla para sus propios fines oscuros, económicos o políticos. Esa es la gente que está detrás de la revocatoria, la que quiere luego sentarse en el sillón municipal, encima, y detrás, de fachada y de caja.
¿Importa que corruptos, inmorales políticos y agrupaciones con dudosos fines promuevan/financien el Sí? Sí. ¿Es suficiente para votar por el No? No. Pero si a esos deshonrosos cuadros les sumamos el pobre argumento de una ineficacia inexistente de la gestión Villarán que se desmiente con cifras, sí importa. Porque entonces la ecuación es: impresentables+falsa denuncia=revocatoria innecesaria, política y perjudicial.
¿Es Susana Villarán ineficiente? No. ¿Podría ser más eficiente? En eso está y dando resultados. El grado de eficiencia actual ¿justifica que sea sacada del cargo antes de la mitad de la gestión? No.
Si estamos hartos de los ladrones que hacen obras y se meten parte de nuestro dinero a sus bolsillos, este el momento de demostrarlo. Susana Villarán es una persona honesta. ¿Nos debe importar tener una autoridad honesta? Sí. ¿Es suficiente para estar en un cargo? No. ¿Aún siendo honesta, deberíamos revocarla? No. Porque además de ser honesta, no es ineficiente como los revocadores han hecho creer con su arremetida mediática.
Revocar a Susana Villarán solo traerá retraso a la ciudad. Tendríamos 3 alcaldes en 4 años y muchas obras e inversiones paradas. ¿Que a Susana le ha faltado astucia y maña política, que le ha tardado remendar errores iniciales, que ha tenido mala suerte y que puede y debe seguir mejorando? Seguro. Y seguro lo hará, si le quitamos de encima a la recua de carroñeros de la política que hoy salivan mientras empujan a esta gestión y, con ella, a toda Lima al despeñadero económico y moral.
Por Claudia Cisneros
Tomado de LaRepublica.pe
Algo más comprensible es la no tan solapa manito que le está prestando el fujimorismo. Ellos son especialistas en torcer la democracia y convertir lo ilegal o inmoral en “aparentemente” legal (firmas falsas, “interpretación auténtica”, linchamiento mediático del enemigo político, etc.).
Es lo que ha sucedido con esta institución de la revocatoria, que es legal pero que se está utilizando con fines ilegales y distintos a los que son su espíritu. No solo sus objetivos son lo que menos le conviene a la ciudad, sino que cada paso del proceso está lleno de irregularidades:
Comprobadas firmas falsas en los planillones, parcialización evidente del JNE (con estrellita aprista en la frente) que apuró la fecha de revocatoria y aceptó a trámite las nuevas firmas de forma extemporánea; huellas dactilares inventadas de una mujer sin brazos, Mariza Fernández, que asegura nunca firmó; firmas de menores de edad, financistas que están muertos o fujimontesinistas involucrados en el sabotaje a la Marcha de los 4 Suyos y la muerte de los 6 vigilantes del Banco de la Nación que los fujimontesinistas incendiaron.
Hay para quienes el fin justifica los medios. No les importa si cometes ilegalidades o atropellos si con ello cumples tu objetivo. Así es la entraña fujimorista y así es la que está demostrando la castañedista y, por asociación, la aprista. Algunos lo llaman pragmatismo, como si fuera algo bueno. Yo lo llamo política sucia, abuso de la democracia y sus instituciones. Violar los procedimientos es violar la institucionalidad de la democracia y torcerla para sus propios fines oscuros, económicos o políticos. Esa es la gente que está detrás de la revocatoria, la que quiere luego sentarse en el sillón municipal, encima, y detrás, de fachada y de caja.
¿Importa que corruptos, inmorales políticos y agrupaciones con dudosos fines promuevan/financien el Sí? Sí. ¿Es suficiente para votar por el No? No. Pero si a esos deshonrosos cuadros les sumamos el pobre argumento de una ineficacia inexistente de la gestión Villarán que se desmiente con cifras, sí importa. Porque entonces la ecuación es: impresentables+falsa denuncia=revocatoria innecesaria, política y perjudicial.
¿Es Susana Villarán ineficiente? No. ¿Podría ser más eficiente? En eso está y dando resultados. El grado de eficiencia actual ¿justifica que sea sacada del cargo antes de la mitad de la gestión? No.
Si estamos hartos de los ladrones que hacen obras y se meten parte de nuestro dinero a sus bolsillos, este el momento de demostrarlo. Susana Villarán es una persona honesta. ¿Nos debe importar tener una autoridad honesta? Sí. ¿Es suficiente para estar en un cargo? No. ¿Aún siendo honesta, deberíamos revocarla? No. Porque además de ser honesta, no es ineficiente como los revocadores han hecho creer con su arremetida mediática.
Revocar a Susana Villarán solo traerá retraso a la ciudad. Tendríamos 3 alcaldes en 4 años y muchas obras e inversiones paradas. ¿Que a Susana le ha faltado astucia y maña política, que le ha tardado remendar errores iniciales, que ha tenido mala suerte y que puede y debe seguir mejorando? Seguro. Y seguro lo hará, si le quitamos de encima a la recua de carroñeros de la política que hoy salivan mientras empujan a esta gestión y, con ella, a toda Lima al despeñadero económico y moral.
Por Claudia Cisneros
Tomado de LaRepublica.pe
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