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domingo, 4 de marzo de 2012

Si Ganaba Fujimori...


El presidente Humala ha incrementado su aprobación a 59%, según Ipsos Apoyo. Pero donde se ha metido una disparada lisérgica y descomunal es en el sector socioeconómico A. O sea, en el VIP, en el GCU, en el Olimpo de la elite, si no quedó claro. Ahí no solo lo ven como un jefe de Estado muy competente, o muy moderado, sino casi, casi como a un superhéroe de capa y calzoncillos rojos enfundados sobre mallas azules. En ese club, el jefe de Estado tiene… ¡75% de aceptación! Increíble. O no tanto, quizás.

Lo cierto es que, les confieso, no deja de divertirme el dato. No obstante, si algo indica esa cifra es que, a la fecha, algunos miedos y prejuicios se han disipado. Y del odio jarocho, la clase alta de este país ha saltado al amor platónico. Y en un tris, oigan.

Pero a lo que iba. Me pregunto si a estas alturas, este segmento poblacional, supuestamente el mejor educado, se ha puesto en la hipótesis de cómo serían las cosas hoy si hubiese ganado Keiko Fujimori, la candidata por la que votaron apasionadamente, desesperadamente, como si la vida se les fuese en ello.

Por lo pronto, no sé si recordarán que, PPK, el candidato de este sector en la primera vuelta, vaticinó en tono bastante dramático e histérico que, si ganaba Susana Villarán en Lima, los banqueros de Londres, de Tokio, de Frankfurt y del New York Exchange, todos ellos amigos suyos, iban a mirarnos como a parias. Y que si eso ocurría en Lima, luego, si triunfaba Humala, ya saben, nuestros hijos iban a ser secuestrados por el Estado para un lavado de cerebro, en el que se les inculcaría que Hugo Chávez era dios y Humala, su mesías. O algo así.

Como sea. Llegados a esta parte del camino, en plan Tío Johnny, creo que ya podemos colegir nítidamente que, si otro hubiese sido el resultado, este país estaría polarizado a más no poder. Porque si ganaba Fujimori, viviríamos hoy por hoy en un país envenenado. Con Alberto Fujimori libre y cagándose de risa en nuestras caras peladas. Haciéndonos jojolete. Reescribiendo la historia con liquid paper. Y jaqueando otra vez al sistema democrático con sus modales autoritarios y recolocando en el Estado a su banda de impresentables colaboradores, que, en los noventas, apañaron la destrucción del Estado de Derecho, enarbolando el caradurismo como estandarte.


Supongo que, si Mario Vargas Llosa no intervenía con esa primera columna de abril del 2011, en la que apeló a las tesis del compromiso sartreano, según las cuales “siempre hay una opción preferible a las otras, aunque semejante elección implique inevitablemente un riesgo y la posibilidad del error”, probablemente estaríamos ahora encerrados en ese infierno insoportable que habría significado el retorno de ese fujimorismo acostumbrado a trajinarse la verdad, metamorfoseándola y deformándola para justificar la rapiña y el abuso.

Si una lección debimos extraer de esa década nefasta, ella tenía que ser: aprender a elegir racionalmente, antes de que el lado oscuro se restablezca. Pero ya ven. Casi derrapamos otra vez.

En fin. No sé cómo vaya a terminar el gobierno de Humala, pero debo revelar que, por lo visto hasta el momento, lo prefiero mil veces en el poder, con sus yerros y defectos, a tener que padecer la versión edulcorada del autócrata que nos jodió como país. Pues eso.

Pedro Salinas, El ojo de Mordor
Peru21.com

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