La ética, hoy en día, es una valor en constante decadencia y su práctica es cada vez menos apreciada. O tal vez siempre ha sido así, sólo que no nos hemos dado cuenta debido al proceso de acostumbramiento. Deberíamos haber mejorado; al menos eso era lo que se deseaba, pero es evidente que no está sucediendo así. Al contrario, podemos observar de primera mano en cada una de las sociedades en las que vivimos como se refuerza y se promueve en el individuo un comportamiento que no precisa de lo ético.
Toda civilización pasa por distintos períodos propios de cualquier proceso de desarrollo: nacimiento, expansión, apogeo y colapso. ¿Cuánto nos durará esta aparente era de florecimiento tecnológico y científico y de oscurantismo ético? o es que ¿Ya estamos presenciando el principio de nuestra decadencia? No podemos asegurar nada, sólo estamos seguros de que todo tiene su final, y después de este habrá otro comienzo. Así es la naturaleza.